Universidad del Valle.
Facultad de Humanidades.
Departamento de Trabajo Social.
PONECIA:
Nora Caballero de Aragón.
Cali, Abril 28 de 1995.
Aproximarse al
desarrollo de este tema significa referirse al sí mismo, pero también al
nosotros vosotros y ellos. Es idagar acerca de los procesos de igualdad y
diferencia, lo tradicional y nuevo, lo estable e inestable , lo intenso y tenue
, el orden y desorden .
El
investigar y trabajar sobre esta
temática , permite , presentar un resultado que recoge idea, experiencias y
vivencias cuyo aporte fundamental es contribuir con una particular organización
|del discurso sobre género masculino y
femenino a la construcción y desarrollo de posibilidades para la convivencia de
los géneros.
Las
inquietudes , preguntas y respuestas sobre este tema no se agotan , pues son
parte de la vida misma ; tan dinámicas y cambiantes como su fluir cotidiano.
Intercambiar y
a la vez reflexionar sober lo que denomino el espacio cotidiano de amor y género en la convivencia íntima , es una
tarea apasio nante para quienes elegimos relacionar nuestro hacer con esta
temática desde puntos de vista antropológicos , sociológicos , lingüísticos ,
comunicacionales en una palabra desde contextos transdiciplinarios.
Intercambiar y
a la vez reflexionar sobre lo que denomino el espacio cotidiano de amor y
género en a convivencia intima , es una tarea apasionante para quienes elegimos relacionar nuestro
hacer con esta temática desde puntos de vista antropológicos, sociológicos ,
lingüísticos , comunicacionales en una palabra desde contextos
transdiciplinarios.
Para seguir
alguna organización en el texto me apoyo en algunas preguntas que guían la
presentación de los argumentos que se quieren explicitar. Les invito a seguir
este proceso, con el ánimo de presentar puntos de vista posibles sin la
presentación de que sean absolutos e inmodificables.
- ¿Qué se entiende por relaciones de genero?
En este trabajo se precisa que los espacios femenino y
masculino son un continuo de amor y odio, de pasión e indiferencia, de tristeza
y de alegría, de fortaleza y debilidades, de aceptación y rechazo, etc. Pensar
en ellos significa ponerse en contacto
con lo femenino y masculino que hay en cada ser, valorado lo igual y lo
diferente, acercándose a historias y experiencias particulares en contextos
pasados, presentes y futuros.
APORTES DEL
PARADIGMA SISTEMATICO A LAS DIFERENCIAS DE GENERO EN EL CICLO VITAL FAMILIAR
INTRODUCCIÓN
El investigar y trabajar sobre esta temática, permite
presentar un resultado que recoge ideas, experiencias y vivencias cuyo aporte
fundamental en contribuir con una particular organización del discurso y
desarrollo de posibilidades para la convivencia de los géneros.
Las inquietudes preguntas y respuestas sobre este tema no
se agotan pues son parte de la vida misma; tan dinámicas y cambiantes como su
fluir cotidiano.
El hombre y la mujer establecen en sus relaciones vínculos
de dependencia, intimidad que marcan sus relaciones tanto en el espacio privado
como público.
El interjuego de esta dinámica los coloca en condiciones
de igualdad, inferioridad o superioridad respondiendo a lo aprendido, a la cultura
dada, a lo esperado por la sociedad o el contexto en el que participan.
Humberto Maturana en su libro “ Emociones y Lenguaje en
Educación y Política” (1990) desarrolla el concepto de cultura argumentando
como:
“En la medida en que una cultura como manera de vivir
humana es una red cerrada de conversaciones, una cultura surge tan pronto como
una comunidad humana comienza a
conservarse una red particular de conversaciones como la menara de vivir de esa
comunidad y desaparece o cambia cuando tal red de conversaciones deja de ser
conservada.”[1]
Lo que permite sustentar que la cosmovisión acerca del
mundo femenino y masculino se expresa en formas implícitas y explicitas, en el
espacio privado en el público en la
tradición y en el sentido común, en la ciencia, en el arte, en la
religión, en la política etc, en general en todas las formas de expresión de
una cultura dada.
Las identidades de generó legitiman algunos tipos de
relación donde se negocia el poder y expresan las concepciones de la cultura y
del momento histórico particular.
“Cada civilización muy diferentes una de otras, pero de
otras maneras cada una de ellas creerían tener resuelto le esencial: las
relaciones de edad y las relaciones entre los sexos, de todas maneras lo
esencial, la forma de reproducción de la identidad estaba resuelto. Se supone
que el hombre llega ser un hombre por identificación inconsciente con figuras
maternas, que aunque no sea su madre real. Ahora no podemos suponer eso, eso
está en cuestión; yo llamo modernidad a una crisis inaudita y realmente nueva, no solamente una crisis en
las relaciones de producción entre las relaciones económicas, sino en los
fundamentos mismos del vinculo societario.”[2]
Significativa reflexión que da cuenta no sólo de la idea
que se venía sustentando en la relación con una cultura concreta, sino también
con la crisis de paradigmas en lo masculino y femenino. Actualiza la discusión
acerca de las relaciones socales la posición hombre- mujer y los modelos de
comportamiento, cada uno asume como respuesta a la expectativa social y a la
definición cultural, en síntesis con las formas de socialización que les
determinan y condicionan, referirse a las relaciones de género obligada a
retomar no sólo lo cultural y social sino la realidad biológica, característica
importante de entender; como algo que distingue el ser hombre o mujer pero que
no lo define no determina.
Como diría Maturana:
“Los seres humanos somos entes biológicos (homo sapiens
sapiens) que existimos en un espacio biológico cultural y como entidades
biológicas hombres y mujeres somos sexualmente clases distintas de animales.
Esta diferencia, sin embargo, no
determina como diferimos o deberíamos diferir culturalmente como hombres y
mujeres ya que como entidades biológicas de ser cultural, hombre y mujer somos
igualmente capaces de todo lo humano.” [3]
En este contexto vale la pena señalar como papel del
género es una construcción social y diferencia sexual del hombre y la mujer
responde al dominio de lo biológico, no pudiéndose establecer una perspectiva
secuencial entre la evolución biológica y la cultura: evidenciándose más bien
un fenómeno de retroalimentación permanente y circular que permite reconocer al
ser humano como animal cultural. En otras palabras conceptos con alto grado de significado social como hombre-
mujer, padre- madre adquieren identidad cuando se les atribuye significado en
otras palabras cuando se les “nombre”.
Florence Thomas explica este fenómeno con gran precisión
en su libro “El Macho y la
Hembra ” en el siguiente aparte:
“Efectivamente, en el mundo animal hablábamos de macho y
hembra, de sexo, de actividad copular, de ciclo de celo, de apareamiento , de
señales evocadoras, de prole, etc. De repente ( en realidad no tan de repente)
hablábamos de hombre y mujer, sexualidad, deseo, lenguaje, símbolos, placer,
orgasmos, hijos, familia, etc. Evidentemente paso algo, como si estuviéramos
pisando otro terreno y otra clave fuera necesaria interpretar los hechos…
Estas señales se llenan ahora de símbolos, indicadores a
pocos conceptos tales como masculinidad y feminidad.”[4]
Lo humano entonces se objetiva en el lenguaje, aparece
como una forma de vivir, una manera de expresar la interacción, lo que se
siente, piensa y espera. En otras palabras se intercambian las relaciones y se
generan dinámicas recíprocas para convivir. Se crean símbolos, se otorgan
significados, se intercambian palabras, se asignan roles, y se proponen normas
y reglas que afinan la convivencia.
Comunicación y
cultura son entonces categorías del mismo orden que fluyen y se retroalimentan
recurrentemente incidiendo en forma definitiva en los procesos de
socialización, A partir de allí hombres y mujeres viven los roles en continua
ambigüedad y desarmonía a los roles impuestos por la ética dominante.
Una ves explicita la concepción de relaciones de género
que signa este trabajo vale la pena preguntarse:
2.
¿Qué dinámica suscita en la familias las
relaciones de género?
Aunque se entiende una sola respuesta es válido
aproximarse en forma sistemática a algunos aspectos importantes de las
relaciones de género al interior de las familias entendiendo que en este
desarrollo el concepto que maneja de grupo familiar, es un concepto amplio que
responde a la idea de que la familia es un sistema íntimo de convivencia, en el
que los actores sociales interactúan en la búsqueda de satisfacer sus
necesidades primarias en el campo biológico psicológico, económico y social con
una estabilidad y permanencia en el tiempo y con una manera particular de
convivir que los hace diferentes a otros grupos en el conglomerado social.
Espacio vital donde se aprende a amar y odiar, conservar
cuidar y defender la vida, se muestran fortalezas y debilidades, se empieza el
mundo y donde se generan experiencias básicas de aprendizaje y desarrollo de
las relaciones con lo demás.
El sentirse parte de un familia y reconocerse como tal,
requiere interacciones en el tiempo que se relacionan con la dinámica propia de
la familia, clima emocional, eventos internos t externos, sentido de identidad,
proyectos vida y sus relaciones con la realidades familiares.
La familia en esta perspectiva es considerada como un
sistema sociocultural abierto, que ha evolucionado al igual que la sociedad y
refleja las dificultades de la realidad social jugando papeles de recepción y
emisión de las vivencias y experiencias humanas.
Las diferencias culturales, ubicación geográfica, los
valores sociales y económicos, las expectativas en relación con su función,
entre otras variables, influyen en la organización y dinámica de la estructura
familiar.
En general cuando se revisan concepciones de familia,
implícitamente se están manejando ideas acerca de organizaciones de la
residencia, tareas domesticas, satisfacción de distintas necesidades incluidas
las de tipo económico y los aspectos referidos a relaciones de parentesco:
consanguinidad y afinidad.
Aproximarse a la familia desde un enfoque sistemático
significa tener en cuenta los subsistemas que lo conforman. Los subsistemas son
reagrupamientos particulares e miembros del sistema familiar, con relaciones
propias en función de vínculos específicos que lo ligan entre sí.
La familia la constituyen distintos subsistemas: parental,
conyugal, fraternal, y el subsistema “otros parientes” que en este trabajo hace
referencia a miembros que participan de la dinámica familiar que no podría
clasificarse en los otros subsistemas señalados dado que responden a nexos
familiares no considerados en la clasificación clásica formulada por Salvador
Minuchin creador del Enfoque Estructural de Terapia Familiar en los Estados Unidos.
Sin lugar a duda en la dinámica relacional de los
subsistemas padre- madre, esposo- esposa, padre- hijos, madre- hijos se viven
experiencias de amor y género en la cotidianidad. La cotidianidad va gestando
las metas u objetivos comunes de la familia así no se expresen en forma
explicita. Paralelo a esto se asumen los distintos roles que de acuerdo a la
estructura que propicie, fluctuaran en una escala de rigidez- flexibilidad y
viceversa.
“La vida cotidiana es la vida de todo hombre. La vive cada
cual, sin excepción alguna, cualquiera que sea el lugar que le asigne la
división del trabajo intelectual y
físico …En ella se “ponen en obra” todos los sentidos, todas sus capacidades
intelectuales, sus habilidades manipuladoras, sus sentimientos, pasiones,
ideas, ideologías.”[5]
Es, en este interjuego en donde se pone a prueba, por un
lado ser hombre y mujer y por otro lado la búsqueda del equilibrio relacional y
humano que permita el desarrollo y crecimiento de cada uno de los integrantes
del sistema familiar y a la vez del sistema como un todo. Este desarrollo se
refleja en luchas y conflictos de cercanía y distancia y rechazo, dependencia,
independencia , en correspondencia con la necesidad de todo ser humano de
delimitar y establecer su propio territorio, es decir del espacio del espacio
que considera como propio, como si fuese a extensión se sí mismo, y que
pone a prueba permanentemente al
interactuar con lo otros; en este caso con los miembros de Sistema Intimo de
convivencia; poniendo a prueba lo que se da o no se da, lo que se permita o lo
que no, a los otros y especialmente con lo que admite o no se admite en el
juego de la relaciones.
Este proceso responde a la imperiosa necesidad que todo
ser tiene de estar en armonía no solo en su interior sino en su exterior con
contextos familiares, laborales, sociales. En otras palabras con todos los
procesos relacionales que se activan cuando se desempeñan los distintos roles,
papeles que se asumen de acuerdo al status y la posición asignada o adquirida y
en el que se generan respuestas para responder al “debe ser”.
Al respecto es importante pensar con Maturana como las
relaciones de la cotidianidad están por nuestros deseos, preferencias,
emociones, expectativas.
“Más aún yo sostengo que, siempre actuamos según nuestros
deseos, aún cuando parece a veces que actuamos en contra de algo, o forzados
por las ya sea directamente porque nos gusta hacer l que hacemos, o
indirectamente porque queremos las consecuencias de nuestras acciones además
aunque éstas no nos gusten. Y sostengo además,
que si no comprendemos esto, no podemos entender que nuestras emociones constituyen y guían nuestras
acciones en nuestro diario vivir, participación de nuestras emociones en lo que
hacemos como miembros de una cultura, y no comprendemos el curso de nuestras
acciones en ella.”[6]
Es importante detenerse en los anteriores planteamientos y
entender que lo seres humanos se relacionen de distintas manera según su
momento de desarrollo, y según el contexto se interacción ya sea su red
familiar, laboral y comunitaria.
Es este perspectiva es importante resaltar algunos
procesos que se viven en la familia alrededor de las relaciones de género
ocasionando conflictos y contradicciones entre lo que se desea, se piensa y se
actúa.
Esa dinámica interactiva despierta emociones que se
expresan es sentimientos distintos y relaciones que pueden agruparse en
categorías de alianza, coalición, conflicto, protección, interdependencia y
desligamiento que atraviesan las distintas etapas del ciclo vital familiar, la
asignación de tareas y rutinas diarias y expresión de sentimientos.
Toda la familia tiene histórico propio e irrepetible, que
se inicia desde el momento de su formación, hasta su disolución o
transformación, proceso que ha sido reconocido como el ciclo vital familiar.
“La familia posee una historia natural de su vida, un
periodo de germinación, nacimiento, crecimiento, y desarrollo, una capacidad
para adaptarse al cambio, y la crisis, un lenta declinación, y finamente la
desilusión de la familia vieja en la nueva. La familia, de una generación nace,
vive, y muere y como el individuo logra una especie de inmortalidad es su
ración de la familia sufre cambios importantes con cada etapa de transición,
tiene una clase de estructura en el periodo del parto otra cuando el hijo aún otra cuando los hijos maduran,
siguen sus variados caminos y los padres envejecen. Además, cada hombre no
tiene una sino varias familias. Tiene la familia de su infancia, la del
matrimonio y de la paternidad, y la familia del ocaso, cuando es abuelo.”[7]
La familia como sistema social que trasforma un ser
biológico en ser humano a través del lenguaje; permitiéndole diversas y
enriquecedoras experiencias de aprendizaje social donde se aprende al convivir,
se constituye en un núcleo primario de desarrollo, en mutua ínter influencia
con la sociedad y el individuo mismo.
Y es, en este proceso, en el que se asume lo que se espera
de cada ser, según la categoría asignada: hombre y mujer.
En el terreno de la dialéctica diaria se entretejen los
roles y se determinan los niveles de relación simétrica y complementarias, de dominio y subordinación
inherentes a toda relación interpersonal.
“Cada cultura marca las etapas de vida, cada una con sus
propias experiencias. Lo que significa ser hombre y mujer, ser joven, crecer y
dejar el hogar el casarse y tener hijos, el llegar a viejo y morir depende de
lo socialmente establecido o aprobado por una cultura etapas de desarrollo del
ciclo vital de las familias; estas varían de cultura y de subcultura a
subcultura.”[8]
El género es fuente esencial de todo comportamiento o
comunicación y uno de los principales elementos de retroalimentación entre la
cultura y lo miembros. La ideología, a través de los prejuicios y estereotipos
acerca de lo que se reconoce como conductas apropiadas del papel femenino o
masculino ejerce presión sobre el actuar. En el contexto familiar se tejen
premisas relativas al intercambio hombre. Mujer, puntando cualidades de
fortaleza y debilidad según se haga referencias al hombre o a mujer.
Se manejan argumentos relativos a que las mujeres
necesitan que los hombres las mantengan, las dirijan, las protejan, además, aún
en algunos contextos se afirma que son carentes de racionalidad pues su ser
responde a lo “emocional”. Se asimila mujer con belleza, delicadeza, ternura,
suavidad.
Una referencia en el mismo sentido sobre los hombres
permite pensarlos como fuertes, independientes, capaces de asumir riesgos,
lógicos, competentes y competitivos. Estos conceptos sin lugar a dudas
determinan la conciencia y autodefinición individuales, contribuyendo a formar
la identidad del ser femenino o masculino.
En las familias se concretizan las estructuras típicas de
los seres humanos. La condición femenina está aún en el momento histórico
actual, y a pesar de los cambios y transformaciones sociales, signada por funciones relativas a la
sexualidad, a la maternidad y a la socialización y crianza de los hijos. Por su
parte el Ser masculino e n su condicionamiento aprende a ser autosuficiente,
supermacho, omnipotente, invulnerable, aún a costa de ocultar sus sentimientos,
aferrarse a objetivos, con la idea de ser productivo y responder por la
seguridad de las familias.
En contraste con la maternidad, la paternidad ha sido
pensada y comprendida en el poder publico, como cabezas de familias.
Mirar el mapa familiar es aproximarse al espacio físico y
emocional en el que se vivencian redes invisibles de interacción de distintos
subsistemas. La pareja enfrenta como subsistema conyugal procesos de ajuste y
desajuste en los distintos momentos del Ciclo Vital, teoría aplicable con
rigurosidad en contextos de familias con otras estructuras topologías.
Desde la teoría de Sistemas y de acuerdo con nuestra
perspectiva lo que se entiende por feminismo puede resumirse en al siguiente
cita:
“Es un marco o visión del mundo humanista cuyo objetivo
los roles y las funciones que organizan la interacciones hombre- mujer. El
feminismo busca las incluir la experiencia de las mujeres en todas las
formulaciones de la experiencia humana y eliminar el predominio de la premisas
masculinas. En el feminismo no culpa al hombre como individuo del sistema
social patriarcal existente sino que trata de comprender y cambiar al proceso
de socialización que determina que hombres y mujeres sigan pensando y actuando
dentro de un marco sexista, dominado por el varón…Las mujeres, en realidad,
están en desventaja en nuestra sociedad, y el hecho de no reconocerlo significa
redoblar esa desventaja.”[9]
Lo anterior sustenta como el paradigma sistemático en su
desarrollo confrontación con las relaciones familiares se actualiza y transforma circularmente y en este caso
específicamente asume posición frente a los procesos particulares.
Con el animo de enriquecer la elaboración hasta aquí
presentada acerca de la dinámica dela relaciones de género, precisaré algunos
hallazgos y comentarios basados en la investigación sobre el Ciclo Vital
Familiar. Barrio El Diamante realizada en la ciudad de calí, en donde se
trabajó con una muestra de 323 familias.
Retomando los planeamientos anteriores en importante
señalar que en todas las culturas el hombre y la mujer se aproximan en
relaciones simétricas y complementarias buscando la satisfacción de necesidades
de seguridad, procreación, afecto, económicas, etc.
“La experiencia de los conflictos y sensación de decepción
en una relación de pareja, tiene, para cada cónyuge diferentes significados que
se vinculan o solo son su historia personal, sus condiciones de vida y su
estructura emocional, sino también con otros factores más amplios y
generalizables fundados en una cultura condicionada por el género….Ella tiene
mayores perspectivas de sentirse competente en el nivel interpersonal y él en el
nivel se la solución de problemas.”[10]
La primera etapa de ciclo evolutivo familiar (ver
cuadro1.) la reconozco como etapa de Enganche al Sistema Familiar; otro como Florenzano Ramón la denominan
Formación dela Pareja y comienzo de la Familia (1983). En esta fase consolida el holón
conyugal cuando se logra intercambiar información acerca de sí mismo, sus
experiencias sus expectativas, su historia de vida y se establece pautas transaccionales básicas
para la convivencia que lo hacen un sistema diferente a sus familias de origen,
negociando su concepción de pareja.
Es en este momento de la vida de pareja que se establecen
pautas transaccionales dinámicas y flexibles que guían los vínculos afectivos,
laborales, económicos, etc, que alimentan el intercambio vivencial; también se
establecen ritmos y lo que se espera del otro.
La concepción de género permite así, responder con mayor o
menor compromiso a las exigencias y demandas del otro. Se definen los espacios
en la organización de la casa, a quien le corresponde qué, cuándo y cómo, las
reglas y normas lo que se permite o no.
En general el hombre no asume este espacio por ser el
doméstico, el privado, el que considera poco impórtate. Asume la relación de
pareja como un elemento que contribuye a su desarrollo pero no se siente
comprometido en el crecimiento y evolución del subsistema conyugal, tarea que
delega a la mujer endosándole responsabilidades que son colectivas.
Aún hoy a pesar de que lo privado ha irrumpido en el
terreno público el hombre no asume las tareas domesticas como propias y si en
algún caso interviene en los procesos de organización del hogar lo hace como
“colaborador” mas no como responsable. Aparecen así las luchas por el poder, la
competencia y el enfrentamiento con idealizaciones y fantasías del amor
romántico.
En la segunda etapa del ciclo vital reconocida como la
fase de procreación y crianza a la que denomino Protección al Sistema:
“Por responder desde el enfoque sistemático a la dinámica
que el grupo familiar genera para autoabastecer de energía y mecanismos de
retroalimentación para el desarrollo del crecimiento de los subsistemas conyugal y del parental que
aparece con el nacimiento del primer hijo. Se caracteriza porque el subsistema
conyugal está enfrentando de lleno el nacimiento y crianza de los hijos, lo que
significa procesos de adaptación y ajuste redundantes y recurrentes no solo
para responder a estos procesos sino para reacomodarse en su espacio de
conyugalidad. Se inicia un nuevo proceso de negociaciones en la búsqueda del
espacio para el nuevo miembro y para compartir con éste amor, atención y
cuidados.”[11]
Es en este contexto donde la interior de la familias se
explicitan las demandas en relación con el género. Situación que se evidencia
en las expectativas alrededor del nacimiento del primer hijo. En la cultura
patriarcal el interés esta centrado en que el primer descendiente sea varón de
tal forma que asegure la continuación del apellido reafirmando la estima del
progenitor.
En un escrito de naturaleza es necesario dar cabida a
posiciones que cuestionan lo descrito anteriormente y que por tanto recepcionan
los nuevos fenómenos que aparecen en la realidad sin tener que generalizarlos.
“En primer lugar, me incomoda que carezcamos de una
historia de la paternidad, silencio que interpreto como el signo de una
patología más sistémica de nuestro conocimiento acerca de o que implica ser un
hombre y ser un padre, Desafortunadamente no ha habido un movimiento comparable
al feminismo moderno que estimulara el estudios de los varones. O bien por el
contrario, la historia de los hombres y, por lo tanto, el hombre como padre ha
sido subsumido bajo la historia de un patriarcado penetrante la historia de la
herencia y la descendencia legítima, la historia de la autoridad pública y de si
transmisión a lo largo de la generaciones.”[12]
A partir de allí la dinámica relacional se reacomoda
ampliándola red familiar; la díada conyugal se mueve en espacios de cercanía y
distancia, de tensión y distensión actualizando las crisis y la competitividad
en los roles.
En el contexto colombiano la mujer asume con romanticismo
y devoción la llegada del primogénito, respondiendo a lo que se espera de ella
como “madre y esposa”. El padre asume su papel de providente quedándose en
ocasiones periférico.
En general durante el periodo de nacimiento de los hijos
la familia enfrenta triangulaciones permanentes entre padres e hijos formándose
alianzas, y coaliciones referidas al sexo, a las funciones que cumplen y a los
intereses.
En la evolución del ciclo vital encontramos la tercera
etapa reconocida por autores como Carter A y Mc. Goldrick (1980) y Minchin
(1983) la familia con adolescentes.
La denominación que propongo : Configuración y Reencuadre
del Sistema familiar, punta el análisis desde a perspectiva internacional de
los distintos miembros, queriendo significar que las familias tienen su propio
mapa y han logrado organizar las piezas “ como en un cuadro” según lo afirmaría
Minuchin configuración que recoge las interacciones y las expectativas entre sí
y con el exterior.
La familia se modifica en si misma, reorganiza las pautas
y las reglas de interacción y redefine la posición y roles de los miembros, y
responde a situaciones explicitas de
dependencia, libertad y autonomía, estableciendo un amplio juego de
negociaciones en relación con la autoridad, el género, el grupo de iguales, las
normas y valores, haciendo urgente el reajuste jerárquico, la parentalidad y la
conyungalidad.
Los varones perciben el peligro como producto de los
vínculos personales estrechos más que la lucha por el logro y el éxito. Las
mujeres en cambio perciben el peligro en las situaciones de logro impersonales
como la competencia en el mundo del trabajo. Los varones ven el peligro en
términos de la intimidad y la traición y las mujeres en relación con el
asilamiento y la posibilidad de ser privadas de relaciones personales, le temen
a todo lo que signifique separación. Se espera que la mujer se encargue de
batallar por las relaciones se su familia, que sirva, controle y ocupe un lugar
central en la familia, desviando los conflictos, apartándolos de los hombres y
compitiendo entre mujeres por el mejor modo de preservar el bienestar emocional
de la familia ya que es su campo de acción.
Los hombres por su parte se concretan en su lugar de
trabajo, en aspectos sociales y políticos, y general se marginan de las
demandas que la parentalidad les ocasiona.
En las familias en esta etapa se replantea el holón
parental ofreciendo mayores posibilidades de autonomía y autorrealización,
desempeñando papeles de quía y compañerismo, negociando las diferencias
reformulando reglas y controles. La composición de las familias propicia
distintas configuraciones relativas a relaciones de cercanía y distancia entre
el padre, la madre y los hijos; jugando un papel muy importante el ser
masculino o femenino. Se crean alianzas de género de padre- hija, madre- hijo
entre otras.
Una reflexión en este momento del ciclo vital no puede
dejar de mencionar el desarrollo y la evolución individual que ha tenido la
mujer en el escenario presente.
En las familias del hoy, a medida que se incorporan nuevas
concepciones acerca de las funciones y roles que tienen que asumir los miembros
de los distintos sistemas, resultado de los logros que la mujer actual presenta
como un ser que lucha porque se le
reconozca sus valores, que reconoce sus fuerzas y debilidades, plantea serios
retos no solo para ella sino también para el hombre, quien debe enfrentarse a
manejar sus sentimientos de debilidad, su vulnerabilidad y redescubrir su
potencial de cooperación y creatividad en la formación de la familia.
Lo expuesto anteriormente permite afirmar que las familias
con hijos adolescentes enfrentan experiencias humanas y sociales dentro un
marco de cambios y transformaciones en donde todos los miembros se ven abocados
a replantear no solo su propia identidad sino sus miradas del mundo, en otras
palabras sus teorías y prácticas cotidianas en los espacios privados y
públicos.
La cuarta etapa del ciclo vital, denominada Nido vacío o
partida de los hijos es una de las formas como se conoce este periodo de la
vida de la familia. Desde este discurso se denomina Reestructuración del
Sistema entendiendo que en esta etapa del ciclo vital el sistema se reorganiza
y responde a las demandas que la interacción con toros sistemas y subsistemas
le exige, desplazándose y modificándose para dar paso a la plena autonomía,
independencia y libertad de los descendientes posibilitándoles el
desprendimiento del “nido”.
Se evidencia el proceso de desprendimiento y la salida de
los hijos, el cual se vive en forma distinta de acuerdo con la posición, la
función, la influencia, y el género, dando lugar a rupturas, duelos, cambios de
roles.
La red de la familia se amplia al intercambiar con nuevos
miembros a saber: yernos, nueras, consuegros, nietos y roles tradicionales de
padre y madre se transforman en abuelo, suegro, suegra para los cuales es
necesario prepararse. Se enfrentan tensiones y ajustes relativos a esta
situación que por momentos parecería responder a las necesidades individuales
de cada miembro y a su satisfacción personal antes que al bienestar del sistema
familiar en personal antes que al bienestar del sistema familiar en general,
Los procesos de noviazgo formal y nupcialidad fluyen en proposiciones de apego
y desapego según el rol desempeñado por el hijo o hija.
Las mujeres activan sus conflictos dividiéndose entre sí y
como una forma de unirse a los hombres. Las madres hablan por las hijas en un
intento d evitar que se peleen.
Los hombres por su parte volcados al espacio publico como
jóvenes en pleno uso de derechos de libertad y autonomía otorgados por la
sociedad y la cultura y adultos maduros en pleno ejercicio de sus roles,
polarizan sus actividades por lo ultimo y para terminar la referencia al ciclo
vital familias es importante mencionar a la familia en su etapa final.
La senectud, la vejez, son algunas de las formas como se
ha denominado este momento del desarrollo individual y familiar. Desde la
perspectiva sistemática se presenta como alternativa nombrarla Rutina de
Salida. En otras palabras este momento del ciclo vital tiene sentido porque
ubica un sistema familiar que a atravesado distintas etapas y que se encuentra
“cediendo el mando”.
L sistema se está transformando en sí mismo hacia la
muerte o en la transmutación a nuevas vidas dependiendo de la concepción del
mundo con que se comprende e fenómeno. Lo más significativo en relación con el
tema que se esta trabajando en este texto, es que en este momento la familia
transfiere a las nuevas generaciones su identidad, intercambiando información,
sentimientos, experiencias, relaciones, tradiciones y especialmente impulsando
a las nuevas generaciones a actuar y asumir en forma activa los roles y papeles
que se entregan como legado.
Es significativo, que el género femenino tiene mayor
longevidad que el masculino y como respuesta a patrones culturales aprendidos durante la vida, las mujeres
despliegan mayor actividad y conforman redes sociales más amplias que los
varones en este periodo de la vida. Se presentan conflictos en las relaciones
de género debido al regreso del hombre al hogar en el que se siente desubicado
y con pocas oportunidades de realización, lo que puede generare mayores rasgos
de muerte y enfermedad.
Por último a manera de resumen es importante señalar que
para entender el papel del género en la familia en necesario detenerse en la
concepción de autoridad y de los papeles de hombre- mujer que esperan en una
cultura dada.
Tradicionalmente en nuestro medio la autoridad ha sido reconocida
como privilegio masculino fomentado por la mujer en su calidad de madre,
esposa, hija o hermana.
No obstante la evolución así como el lugar alcanzado por
la mujer en su lucha por la igualdad permite afirmar que el sexo femenino ha
ganado autonomía en la toma de decisiones y generado nuevos espacios
importantes de interacción social por lo cual es necesario reconocer que en la
expectativas de la sociedad actual en contradicción con la historia se les está
permitiendo asumir roles más igualitarios y participativos no solo en relación
con el contexto laboral a partir de la década del 50.
Reciprocidad en los roles significa orientación compartida
de valores culturales, aceptación de metas y motivaciones nuevas que superen
los mandatos tradicionales: Mujer = madre, hogar, crianza, sentimiento. Hombre
= aporte económico, productividad, racionalidad y se validen de los roles que
tienen que ver con toma de decisiones constantes, poder y autoridad recíprocas,
así como con procesos permanentes de adaptación y cambio.
Finalmente y con el propósito de resaltar contenidos
importantes que vale la pena continuar investigando subrayo la valiosa
contribución que los planteamientos y teorías del destacado Biólogo Humberto
Maturana aportan a la comprensión de este fenómeno. Sus conceptos de cultura,
ser vivo, emoción, y lenguaje son fundamentales en una nueva mirada del
concepto de género.
En general es importante anotar que el enfoque sistemático
es un buen punto de partida hacia la construcción de paradigmas nuevos, que
responden a realidades distintas de un mismo fenómeno como lo exige el hoy
enfrentado a procesos de modernidad y posmodernidad.
Por su parte la investigación sobre el ciclo vital
familiar es una temática enriquecedora que si bien es necesario continuar
trabajando, especialmente para estructuras y topologías distintas de la familia
nuclear (familia monoparentales, reconstruidas, extensas) es una buena
herramienta para organizar preguntas y darse respuestas sobre las dinámicas
particulares de las relaciones de género
en la convivencia cotidiana.
El estudio y descripción de algunos fenómenos permite
entender como de acuerdo a la etapa del ciclo vital se generan dinámicas
particulares en la interacción de los géneros, potencializando o minimizando
por un momento las contradicciones, Amplia la mirada sobre como las relaciones,
la posición de los distintos miembros en el sistema familiar y el sexo
responden por procesos particulares y distintos según expectativas de
cumplimiento del rol.
Ilustra como cercanía –distancia, aceptación- rechazo,
dependencia- independencia, amalgamado- desligado, son dos caras de la misma
moneda aunque aparecen como respuestas diferentes y antagónicas. Responden al
nivel de conductas recíprocas ubicadas
en los extremos opuestos y cumplen un papel en el mantenimiento de la
situación.
Al hablar de reciprocidad de roles valida el fluir
consensual y colectivo quitando barreras a los conceptos de jerarquía y
autoridad manejados tradicionalmente. De esta manera como factores importantes
en la construcción de una nueva sociedad.
Para resumir las conclusiones nada más significativo que
recoger la siguiente afirmación:
RECONOZCAMOS LA DIFERENCIA
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[1] Maturana, Humberto. Amor
y Juego. Fundamentos olvidados de los Humano. Chile: Instituto de terapia
Cognoscitiva, 1993. p. 13
[2] Zuleta, Estanislao, Sobre la Idealización en la Vida Personal y
Colectiva. Bogotá: Procultura S. A. 1985. p.119.
[3] Maturana, Op. Cit. p. 23
[4] Zuleta, Estanislao, Sobre
la idealización en la vida personal y colectiva. Bogota: Procultura S.A. 1985.
p. 119
[5] Heller, Agnes. Historias y
Vida Cotidiana: México: Editorial Grijalbo, 1970. p. 39
[6] Maturana, Op. Cit. p. 24
[7] Ackerman, Nathan.
Diagnostico y Tratamiento de las Relaciones Familiares. Buenos Aires. Editorial Paidos. 7ª edición.
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[8] Falicov, Celia. Karree Betty. Cultura
Variations in tha Family Cicle. Editorial Zardiner Press. Cap. 3 pg.
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[9] Walters, Marianne y otras.
La Red Invisible.
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[10] Walter, Op. Cit. p.283
[11] Caballero, Nora. El Ciclo
Vital Familiar. Informe Final de Investigación. Convenio Colciencias, Univalle,
1992. p. 81.
[12] Laqueur, Thomas W. Los
Hechos de la
Paternidad. México. Revista Debate Feminista, año 3, Volumen
6, septiembre 1992. p. 119.