viernes, 17 de febrero de 2012

APORTES DEL PARADIGMA SISTEMÁTICO DE LAS DIFERENCIAS DE GENERO EN EL CICLO VITAL FAMILIAR.


Universidad del Valle.
Facultad de Humanidades.
Departamento de Trabajo Social.

PONECIA:
 Aportes del Paradigma Sistemático de las Diferencias de Genero en el ciclo Vital Familiar.

Nora Caballero de Aragón.
Cali, Abril 28 de 1995.

 La presente ponencia acerca de las relaciones de género desde la perspectiva sistema. Me motiva realizar esta presentación el amplio debate que se enfrenta en el hoy tanto en las identidades masculinas como femeninas categorías que se tornan dinámicas y en proceso de transformación y cambio.

Aproximarse al desarrollo de este tema significa referirse al sí mismo, pero también al nosotros vosotros y ellos. Es idagar acerca de los procesos de igualdad y diferencia, lo tradicional y nuevo, lo estable e inestable , lo intenso y tenue , el orden y desorden .

El investigar  y trabajar sobre esta temática , permite , presentar un resultado que recoge idea, experiencias y vivencias cuyo aporte fundamental es contribuir con una particular organización |del  discurso sobre género masculino y femenino a la construcción y desarrollo de posibilidades para la convivencia de los géneros.

Las inquietudes , preguntas y respuestas sobre este tema no se agotan , pues son parte de la vida misma ; tan dinámicas y cambiantes como su fluir cotidiano.

Intercambiar y a la vez reflexionar sober lo que denomino el espacio cotidiano de amor  y género en la convivencia íntima , es una tarea apasio nante para quienes elegimos relacionar nuestro hacer con esta temática desde puntos de vista antropológicos , sociológicos , lingüísticos , comunicacionales en una palabra desde contextos transdiciplinarios.

Intercambiar y a la vez reflexionar sobre lo que denomino el espacio cotidiano de amor y género en a convivencia intima , es una tarea apasionante  para quienes elegimos relacionar nuestro hacer con esta temática desde puntos de vista antropológicos, sociológicos , lingüísticos , comunicacionales en una palabra desde contextos transdiciplinarios.

Para seguir alguna organización en el texto me apoyo en algunas preguntas que guían la presentación de los argumentos que se quieren explicitar. Les invito a seguir este proceso, con el ánimo de presentar puntos de vista posibles sin la presentación de que sean absolutos e inmodificables.

  1. ¿Qué se entiende por relaciones de genero?

En este trabajo se precisa que los espacios femenino y masculino son un continuo de amor y odio, de pasión e indiferencia, de tristeza y de alegría, de fortaleza y debilidades, de aceptación y rechazo, etc. Pensar en ellos significa ponerse  en contacto con lo femenino y masculino que hay en cada ser, valorado lo igual y lo diferente, acercándose a historias y experiencias particulares en contextos pasados, presentes y futuros.


APORTES DEL PARADIGMA SISTEMATICO A LAS DIFERENCIAS DE GENERO EN EL CICLO VITAL FAMILIAR

INTRODUCCIÓN

El investigar y trabajar sobre esta temática, permite presentar un resultado que recoge ideas, experiencias y vivencias cuyo aporte fundamental en contribuir con una particular organización del discurso y desarrollo de posibilidades para la convivencia de los géneros.

Las inquietudes preguntas y respuestas sobre este tema no se agotan pues son parte de la vida misma; tan dinámicas y cambiantes como su fluir cotidiano.

El hombre y la mujer establecen en sus relaciones vínculos de dependencia, intimidad que marcan sus relaciones tanto en el espacio privado como público.

El interjuego de esta dinámica los coloca en condiciones de igualdad, inferioridad o superioridad respondiendo a lo aprendido, a la cultura dada, a lo esperado por la sociedad o el contexto en el que participan.

Humberto Maturana en su libro “ Emociones y Lenguaje en Educación y Política” (1990) desarrolla el concepto de cultura argumentando como:

“En la medida en que una cultura como manera de vivir humana es una red cerrada de conversaciones, una cultura surge tan pronto como una comunidad humana  comienza a conservarse una red particular de conversaciones como la menara de vivir de esa comunidad y desaparece o cambia cuando tal red de conversaciones deja de ser conservada.”[1]

Lo que permite sustentar que la cosmovisión acerca del mundo femenino y masculino se expresa en formas implícitas y explicitas, en el espacio privado en el público en la  tradición y en el sentido común, en la ciencia, en el arte, en la religión, en la política etc, en general en todas las formas de expresión de una cultura dada.

Las identidades de generó legitiman algunos tipos de relación donde se negocia el poder y expresan las concepciones de la cultura y del momento histórico particular.

“Cada civilización muy diferentes una de otras, pero de otras maneras cada una de ellas creerían tener resuelto le esencial: las relaciones de edad y las relaciones entre los sexos, de todas maneras lo esencial, la forma de reproducción de la identidad estaba resuelto. Se supone que el hombre llega ser un hombre por identificación inconsciente con figuras maternas, que aunque no sea su madre real. Ahora no podemos suponer eso, eso está en cuestión; yo llamo modernidad a una crisis inaudita  y realmente nueva, no solamente una crisis en las relaciones de producción entre las relaciones económicas, sino en los fundamentos mismos del vinculo societario.”[2]   

Significativa reflexión que da cuenta no sólo de la idea que se venía sustentando en la relación con una cultura concreta, sino también con la crisis de paradigmas en lo masculino y femenino. Actualiza la discusión acerca de las relaciones socales la posición hombre- mujer y los modelos de comportamiento, cada uno asume como respuesta a la expectativa social y a la definición cultural, en síntesis con las formas de socialización que les determinan y condicionan, referirse a las relaciones de género obligada a retomar no sólo lo cultural y social sino la realidad biológica, característica importante de entender; como algo que distingue el ser hombre o mujer pero que no lo define no determina.

Como diría Maturana:

“Los seres humanos somos entes biológicos (homo sapiens sapiens) que existimos en un espacio biológico cultural y como entidades biológicas hombres y mujeres somos sexualmente clases distintas de animales. Esta diferencia, sin embargo,  no determina como diferimos o deberíamos diferir culturalmente como hombres y mujeres ya que como entidades biológicas de ser cultural, hombre y mujer somos igualmente capaces de todo lo  humano.” [3]

En este contexto vale la pena señalar como papel del género es una construcción social y diferencia sexual del hombre y la mujer responde al dominio de lo biológico, no pudiéndose establecer una perspectiva secuencial entre la evolución biológica y la cultura: evidenciándose más bien un fenómeno de retroalimentación permanente y circular que permite reconocer al ser humano como animal cultural. En otras palabras conceptos con alto  grado de significado social como hombre- mujer, padre- madre adquieren identidad cuando se les atribuye significado en otras palabras cuando se les “nombre”.

Florence Thomas explica este fenómeno con gran precisión en su libro “El Macho y la Hembra” en el siguiente aparte:
 
“Efectivamente, en el mundo animal hablábamos de macho y hembra, de sexo, de actividad copular, de ciclo de celo, de apareamiento , de señales evocadoras, de prole, etc. De repente ( en realidad no tan de repente) hablábamos de hombre y mujer, sexualidad, deseo, lenguaje, símbolos, placer, orgasmos, hijos, familia, etc. Evidentemente paso algo, como si estuviéramos pisando otro terreno y otra clave fuera necesaria interpretar los hechos…
Estas señales se llenan ahora de símbolos, indicadores a pocos conceptos tales como masculinidad y feminidad.”[4]     

Lo humano entonces se objetiva en el lenguaje, aparece como una forma de vivir, una manera de expresar la interacción, lo que se siente, piensa y espera. En otras palabras se intercambian las relaciones y se generan dinámicas recíprocas para convivir. Se crean símbolos, se otorgan significados, se intercambian palabras, se asignan roles, y se proponen normas y reglas que afinan la convivencia.

Comunicación  y cultura son entonces categorías del mismo orden que fluyen y se retroalimentan recurrentemente incidiendo en forma definitiva en los procesos de socialización, A partir de allí hombres y mujeres viven los roles en continua ambigüedad y desarmonía a los roles impuestos por la ética dominante.

Una ves explicita la concepción de relaciones de género que signa este trabajo vale la pena preguntarse:

2.      ¿Qué dinámica suscita en la familias las relaciones de género?


Aunque se entiende una sola respuesta es válido aproximarse en forma sistemática a algunos aspectos importantes de las relaciones de género al interior de las familias entendiendo que en este desarrollo el concepto que maneja de grupo familiar, es un concepto amplio que responde a la idea de que la familia es un sistema íntimo de convivencia, en el que los actores sociales interactúan en la búsqueda de satisfacer sus necesidades primarias en el campo biológico psicológico, económico y social con una estabilidad y permanencia en el tiempo y con una manera particular de convivir que los hace diferentes a otros grupos en el conglomerado social.

Espacio vital donde se aprende a amar y odiar, conservar cuidar y defender la vida, se muestran fortalezas y debilidades, se empieza el mundo y donde se generan experiencias básicas de aprendizaje y desarrollo de las relaciones con lo demás.

El sentirse parte de un familia y reconocerse como tal, requiere interacciones en el tiempo que se relacionan con la dinámica propia de la familia, clima emocional, eventos internos t externos, sentido de identidad, proyectos vida y sus relaciones con la realidades familiares.

La familia en esta perspectiva es considerada como un sistema sociocultural abierto, que ha evolucionado al igual que la sociedad y refleja las dificultades de la realidad social jugando papeles de recepción y emisión de las vivencias y experiencias humanas.
Las diferencias culturales, ubicación geográfica, los valores sociales y económicos, las expectativas en relación con su función, entre otras variables, influyen en la organización y dinámica de la estructura familiar.

En general cuando se revisan concepciones de familia, implícitamente se están manejando ideas acerca de organizaciones de la residencia, tareas domesticas, satisfacción de distintas necesidades incluidas las de tipo económico y los aspectos referidos a relaciones de parentesco: consanguinidad y afinidad.

Aproximarse a la familia desde un enfoque sistemático significa tener en cuenta los subsistemas que lo conforman. Los subsistemas son reagrupamientos particulares e miembros del sistema familiar, con relaciones propias en función de vínculos específicos que lo ligan entre sí.

La familia la constituyen distintos subsistemas: parental, conyugal, fraternal, y el subsistema “otros parientes” que en este trabajo hace referencia a miembros que participan de la dinámica familiar que no podría clasificarse en los otros subsistemas señalados dado que responden a nexos familiares no considerados en la clasificación clásica formulada por Salvador Minuchin creador del Enfoque Estructural de Terapia Familiar  en los Estados Unidos.

Sin lugar a duda en la dinámica relacional de los subsistemas padre- madre, esposo- esposa, padre- hijos, madre- hijos se viven experiencias de amor y género en la cotidianidad. La cotidianidad va gestando las metas u objetivos comunes de la familia así no se expresen en forma explicita. Paralelo a esto se asumen los distintos roles que de acuerdo a la estructura que propicie, fluctuaran en una escala de rigidez- flexibilidad y viceversa.

“La vida cotidiana es la vida de todo hombre. La vive cada cual, sin excepción alguna, cualquiera que sea el lugar que le asigne la división  del trabajo intelectual y físico …En ella se “ponen en obra” todos los sentidos, todas sus capacidades intelectuales, sus habilidades manipuladoras, sus sentimientos, pasiones, ideas, ideologías.”[5]        

Es, en este interjuego en donde se pone a prueba, por un lado ser hombre y mujer y por otro lado la búsqueda del equilibrio relacional y humano que permita el desarrollo y crecimiento de cada uno de los integrantes del sistema familiar y a la vez del sistema como un todo. Este desarrollo se refleja en luchas y conflictos de cercanía y distancia y rechazo, dependencia, independencia , en correspondencia con la necesidad de todo ser humano de delimitar y establecer su propio territorio, es decir del espacio del espacio que considera como propio, como si fuese a extensión se sí mismo, y que pone  a prueba permanentemente al interactuar con lo otros; en este caso con los miembros de Sistema Intimo de convivencia; poniendo a prueba lo que se da o no se da, lo que se permita o lo que no, a los otros y especialmente con lo que admite o no se admite en el juego de la relaciones.

Este proceso responde a la imperiosa necesidad que todo ser tiene de estar en armonía no solo en su interior sino en su exterior con contextos familiares, laborales, sociales. En otras palabras con todos los procesos relacionales que se activan cuando se desempeñan los distintos roles, papeles que se asumen de acuerdo al status y la posición asignada o adquirida y en el que se generan respuestas para responder al “debe ser”.

Al respecto es importante pensar con Maturana como las relaciones de la cotidianidad están por nuestros deseos, preferencias, emociones, expectativas.

“Más aún yo sostengo que, siempre actuamos según nuestros deseos, aún cuando parece a veces que actuamos en contra de algo, o forzados por las ya sea directamente porque nos gusta hacer l que hacemos, o indirectamente porque queremos las consecuencias de nuestras acciones además aunque éstas no nos gusten. Y sostengo además,  que si no comprendemos esto, no podemos entender que nuestras  emociones constituyen y guían nuestras acciones en nuestro diario vivir, participación de nuestras emociones en lo que hacemos como miembros de una cultura, y no comprendemos el curso de nuestras acciones en ella.”[6]

Es importante detenerse en los anteriores planteamientos y entender que lo seres humanos se relacionen de distintas manera según su momento de desarrollo, y según el contexto se interacción ya sea su red familiar, laboral y comunitaria.

Es este perspectiva es importante resaltar algunos procesos que se viven en la familia alrededor de las relaciones de género ocasionando conflictos y contradicciones entre lo que se desea, se piensa y se actúa.

Esa dinámica interactiva despierta emociones que se expresan es sentimientos distintos y relaciones que pueden agruparse en categorías de alianza, coalición, conflicto, protección, interdependencia y desligamiento que atraviesan las distintas etapas del ciclo vital familiar, la asignación de tareas y rutinas diarias y expresión de sentimientos.   
      
Toda la familia tiene histórico propio e irrepetible, que se inicia desde el momento de su formación, hasta su disolución o transformación, proceso que ha sido reconocido como el ciclo vital familiar.

“La familia posee una historia natural de su vida, un periodo de germinación, nacimiento, crecimiento, y desarrollo, una capacidad para adaptarse al cambio, y la crisis, un lenta declinación, y finamente la desilusión de la familia vieja en la nueva. La familia, de una generación nace, vive, y muere y como el individuo logra una especie de inmortalidad es su ración de la familia sufre cambios importantes con cada etapa de transición, tiene una clase de estructura en el periodo del parto otra cuando el  hijo aún otra cuando los hijos maduran, siguen sus variados caminos y los padres envejecen. Además, cada hombre no tiene una sino varias familias. Tiene la familia de su infancia, la del matrimonio y de la paternidad, y la familia del ocaso, cuando es abuelo.”[7]

La familia como sistema social que trasforma un ser biológico en ser humano a través del lenguaje; permitiéndole diversas y enriquecedoras experiencias de aprendizaje social donde se aprende al convivir, se constituye en un núcleo primario de desarrollo, en mutua ínter influencia con la sociedad y el individuo mismo.

Y es, en este proceso, en el que se asume lo que se espera de cada ser, según la categoría asignada: hombre y mujer.

En el terreno de la dialéctica diaria se entretejen los roles y se determinan los niveles de relación simétrica  y complementarias, de dominio y subordinación inherentes a toda relación interpersonal.  

“Cada cultura marca las etapas de vida, cada una con sus propias experiencias. Lo que significa ser hombre y mujer, ser joven, crecer y dejar el hogar el casarse y tener hijos, el llegar a viejo y morir depende de lo socialmente establecido o aprobado por una cultura etapas de desarrollo del ciclo vital de las familias; estas varían de cultura y de subcultura a subcultura.”[8]

El género es fuente esencial de todo comportamiento o comunicación y uno de los principales elementos de retroalimentación entre la cultura y lo miembros. La ideología, a través de los prejuicios y estereotipos acerca de lo que se reconoce como conductas apropiadas del papel femenino o masculino ejerce presión sobre el actuar. En el contexto familiar se tejen premisas relativas al intercambio hombre. Mujer, puntando cualidades de fortaleza y debilidad según se haga referencias al hombre o a mujer.

Se manejan argumentos relativos a que las mujeres necesitan que los hombres las mantengan, las dirijan, las protejan, además, aún en algunos contextos se afirma que son carentes de racionalidad pues su ser responde a lo “emocional”. Se asimila mujer con belleza, delicadeza, ternura, suavidad.

Una referencia en el mismo sentido sobre los hombres permite pensarlos como fuertes, independientes, capaces de asumir riesgos, lógicos, competentes y competitivos. Estos conceptos sin lugar a dudas determinan la conciencia y autodefinición individuales, contribuyendo a formar la identidad del ser femenino o masculino.

En las familias se concretizan las estructuras típicas de los seres humanos. La condición femenina está aún en el momento histórico actual, y a pesar de los cambios y transformaciones sociales,  signada por funciones relativas a la sexualidad, a la maternidad y a la socialización y crianza de los hijos. Por su parte el Ser masculino e n su condicionamiento aprende a ser autosuficiente, supermacho, omnipotente, invulnerable, aún a costa de ocultar sus sentimientos, aferrarse a objetivos, con la idea de ser productivo y responder por la seguridad de las familias.

En contraste con la maternidad, la paternidad ha sido pensada y comprendida en el poder publico, como cabezas de familias.

Mirar el mapa familiar es aproximarse al espacio físico y emocional en el que se vivencian redes invisibles de interacción de distintos subsistemas. La pareja enfrenta como subsistema conyugal procesos de ajuste y desajuste en los distintos momentos del Ciclo Vital, teoría aplicable con rigurosidad en contextos de familias con otras estructuras topologías.

Desde la teoría de Sistemas y de acuerdo con nuestra perspectiva lo que se entiende por feminismo puede resumirse en al siguiente cita: 

“Es un marco o visión del mundo humanista cuyo objetivo los roles y las funciones que organizan la interacciones hombre- mujer. El feminismo busca las incluir la experiencia de las mujeres en todas las formulaciones de la experiencia humana y eliminar el predominio de la premisas masculinas. En el feminismo no culpa al hombre como individuo del sistema social patriarcal existente sino que trata de comprender y cambiar al proceso de socialización que determina que hombres y mujeres sigan pensando y actuando dentro de un marco sexista, dominado por el varón…Las mujeres, en realidad, están en desventaja en nuestra sociedad, y el hecho de no reconocerlo significa redoblar esa desventaja.”[9]

Lo anterior sustenta como el paradigma sistemático en su desarrollo confrontación con las relaciones familiares se actualiza  y transforma circularmente y en este caso específicamente asume posición frente a los procesos particulares.

Con el animo de enriquecer la elaboración hasta aquí presentada acerca de la dinámica dela relaciones de género, precisaré algunos hallazgos y comentarios basados en la investigación sobre el Ciclo Vital Familiar. Barrio El Diamante realizada en la ciudad de calí, en donde se trabajó con una muestra de 323 familias.

Retomando los planeamientos anteriores en importante señalar que en todas las culturas el hombre y la mujer se aproximan en relaciones simétricas y complementarias buscando la satisfacción de necesidades de seguridad, procreación, afecto, económicas, etc.

“La experiencia de los conflictos y sensación de decepción en una relación de pareja, tiene, para cada cónyuge diferentes significados que se vinculan o solo son su historia personal, sus condiciones de vida y su estructura emocional, sino también con otros factores más amplios y generalizables fundados en una cultura condicionada por el género….Ella tiene mayores perspectivas de sentirse competente en el nivel interpersonal y él en el nivel se la solución de problemas.”[10]

La primera etapa de ciclo evolutivo familiar (ver cuadro1.) la reconozco como etapa de Enganche al Sistema Familiar;  otro como Florenzano Ramón la denominan Formación dela Pareja y comienzo de la Familia (1983). En esta fase consolida el holón conyugal cuando se logra intercambiar información acerca de sí mismo, sus experiencias sus expectativas, su historia de vida  y se establece pautas transaccionales básicas para la convivencia que lo hacen un sistema diferente a sus familias de origen, negociando su concepción de pareja.

Es en este momento de la vida de pareja que se establecen pautas transaccionales dinámicas y flexibles que guían los vínculos afectivos, laborales, económicos, etc, que alimentan el intercambio vivencial; también se establecen ritmos y lo que se espera del otro.

La concepción de género permite así, responder con mayor o menor compromiso a las exigencias y demandas del otro. Se definen los espacios en la organización de la casa, a quien le corresponde qué, cuándo y cómo, las reglas y normas lo que se permite o no.

En general el hombre no asume este espacio por ser el doméstico, el privado, el que considera poco impórtate. Asume la relación de pareja como un elemento que contribuye a su desarrollo pero no se siente comprometido en el crecimiento y evolución del subsistema conyugal, tarea que delega a la mujer endosándole responsabilidades que son colectivas.

Aún hoy a pesar de que lo privado ha irrumpido en el terreno público el hombre no asume las tareas domesticas como propias y si en algún caso interviene en los procesos de organización del hogar lo hace como “colaborador” mas no como responsable. Aparecen así las luchas por el poder, la competencia y el enfrentamiento con idealizaciones y fantasías del amor romántico.

En la segunda etapa del ciclo vital reconocida como la fase de procreación y crianza a la que denomino Protección al Sistema:

“Por responder desde el enfoque sistemático a la dinámica que el grupo familiar genera para autoabastecer de energía y mecanismos de retroalimentación para el desarrollo del crecimiento de los  subsistemas conyugal y del parental que aparece con el nacimiento del primer hijo. Se caracteriza porque el subsistema conyugal está enfrentando de lleno el nacimiento y crianza de los hijos, lo que significa procesos de adaptación y ajuste redundantes y recurrentes no solo para responder a estos procesos sino para reacomodarse en su espacio de conyugalidad. Se inicia un nuevo proceso de negociaciones en la búsqueda del espacio para el nuevo miembro y para compartir con éste amor, atención y cuidados.”[11]

Es en este contexto donde la interior de la familias se explicitan las demandas en relación con el género. Situación que se evidencia en las expectativas alrededor del nacimiento del primer hijo. En la cultura patriarcal el interés esta centrado en que el primer descendiente sea varón de tal forma que asegure la continuación del apellido reafirmando la estima del progenitor.

En un escrito de naturaleza es necesario dar cabida a posiciones que cuestionan lo descrito anteriormente y que por tanto recepcionan los nuevos fenómenos que aparecen en la realidad sin tener que generalizarlos.

“En primer lugar, me incomoda que carezcamos de una historia de la paternidad, silencio que interpreto como el signo de una patología más sistémica de nuestro conocimiento acerca de o que implica ser un hombre y ser un padre, Desafortunadamente no ha habido un movimiento comparable al feminismo moderno que estimulara el estudios de los varones. O bien por el contrario, la historia de los hombres y, por lo tanto, el hombre como padre ha sido subsumido bajo la historia de un patriarcado penetrante la historia de la herencia y la descendencia legítima, la historia de la autoridad pública y de si transmisión a lo largo de la generaciones.”[12]

A partir de allí la dinámica relacional se reacomoda ampliándola red familiar; la díada conyugal se mueve en espacios de cercanía y distancia, de tensión y distensión actualizando las crisis y la competitividad en los roles.

En el contexto colombiano la mujer asume con romanticismo y devoción la llegada del primogénito, respondiendo a lo que se espera de ella como “madre y esposa”. El padre asume su papel de providente quedándose en ocasiones periférico.

En general durante el periodo de nacimiento de los hijos la familia enfrenta triangulaciones permanentes entre padres e hijos formándose alianzas, y coaliciones referidas al sexo, a las funciones que cumplen y a los intereses.

En la evolución del ciclo vital encontramos la tercera etapa reconocida por autores como Carter A y Mc. Goldrick (1980) y Minchin (1983) la familia con adolescentes.

La denominación que propongo : Configuración y Reencuadre del Sistema familiar, punta el análisis desde a perspectiva internacional de los distintos miembros, queriendo significar que las familias tienen su propio mapa y han logrado organizar las piezas “ como en un cuadro” según lo afirmaría Minuchin configuración que recoge las interacciones y las expectativas entre sí y con el exterior.

La familia se modifica en si misma, reorganiza las pautas y las reglas de interacción y redefine la posición y roles de los miembros, y responde a  situaciones explicitas de dependencia, libertad y autonomía, estableciendo un amplio juego de negociaciones en relación con la autoridad, el género, el grupo de iguales, las normas y valores, haciendo urgente el reajuste jerárquico, la parentalidad y la conyungalidad.

Los varones perciben el peligro como producto de los vínculos personales estrechos más que la lucha por el logro y el éxito. Las mujeres en cambio perciben el peligro en las situaciones de logro impersonales como la competencia en el mundo del trabajo. Los varones ven el peligro en términos de la intimidad y la traición y las mujeres en relación con el asilamiento y la posibilidad de ser privadas de relaciones personales, le temen a todo lo que signifique separación. Se espera que la mujer se encargue de batallar por las relaciones se su familia, que sirva, controle y ocupe un lugar central en la familia, desviando los conflictos, apartándolos de los hombres y compitiendo entre mujeres por el mejor modo de preservar el bienestar emocional de la familia ya que es su campo de acción.

Los hombres por su parte se concretan en su lugar de trabajo, en aspectos sociales y políticos, y general se marginan de las demandas que la parentalidad les ocasiona.

En las familias en esta etapa se replantea el holón parental ofreciendo mayores posibilidades de autonomía y autorrealización, desempeñando papeles de quía y compañerismo, negociando las diferencias reformulando reglas y controles. La composición de las familias propicia distintas configuraciones relativas a relaciones de cercanía y distancia entre el padre, la madre y los hijos; jugando un papel muy importante el ser masculino o femenino. Se crean alianzas de género de padre- hija, madre- hijo entre otras.

Una reflexión en este momento del ciclo vital no puede dejar de mencionar el desarrollo y la evolución individual que ha tenido la mujer en el escenario presente.

En las familias del hoy, a medida que se incorporan nuevas concepciones acerca de las funciones y roles que tienen que asumir los miembros de los distintos sistemas, resultado de los logros que la mujer actual presenta como  un ser que lucha porque se le reconozca sus valores, que reconoce sus fuerzas y debilidades, plantea serios retos no solo para ella sino también para el hombre, quien debe enfrentarse a manejar sus sentimientos de debilidad, su vulnerabilidad y redescubrir su potencial de cooperación y creatividad en la formación de la familia.

Lo expuesto anteriormente permite afirmar que las familias con hijos adolescentes enfrentan experiencias humanas y sociales dentro un marco de cambios y transformaciones en donde todos los miembros se ven abocados a replantear no solo su propia identidad sino sus miradas del mundo, en otras palabras sus teorías y prácticas cotidianas en los espacios privados y públicos.

La cuarta etapa del ciclo vital, denominada Nido vacío o partida de los hijos es una de las formas como se conoce este periodo de la vida de la familia. Desde este discurso se denomina Reestructuración del Sistema entendiendo que en esta etapa del ciclo vital el sistema se reorganiza y responde a las demandas que la interacción con toros sistemas y subsistemas le exige, desplazándose y modificándose para dar paso a la plena autonomía, independencia y libertad de los descendientes posibilitándoles el desprendimiento del “nido”.

Se evidencia el proceso de desprendimiento y la salida de los hijos, el cual se vive en forma distinta de acuerdo con la posición, la función, la influencia, y el género, dando lugar a rupturas, duelos, cambios de roles.

La red de la familia se amplia al intercambiar con nuevos miembros a saber: yernos, nueras, consuegros, nietos y roles tradicionales de padre y madre se transforman en abuelo, suegro, suegra para los cuales es necesario prepararse. Se enfrentan tensiones y ajustes relativos a esta situación que por momentos parecería responder a las necesidades individuales de cada miembro y a su satisfacción personal antes que al bienestar del sistema familiar en personal antes que al bienestar del sistema familiar en general, Los procesos de noviazgo formal y nupcialidad fluyen en proposiciones de apego y desapego según el rol desempeñado por el hijo o hija. 

Las mujeres activan sus conflictos dividiéndose entre sí y como una forma de unirse a los hombres. Las madres hablan por las hijas en un intento d evitar que se peleen.


Los hombres por su parte volcados al espacio publico como jóvenes en pleno uso de derechos de libertad y autonomía otorgados por la sociedad y la cultura y adultos maduros en pleno ejercicio de sus roles, polarizan sus actividades por lo ultimo y para terminar la referencia al ciclo vital familias es importante mencionar a la familia en su etapa final.

La senectud, la vejez, son algunas de las formas como se ha denominado este momento del desarrollo individual y familiar. Desde la perspectiva sistemática se presenta como alternativa nombrarla Rutina de Salida. En otras palabras este momento del ciclo vital tiene sentido porque ubica un sistema familiar que a atravesado distintas etapas y que se encuentra “cediendo el mando”.

L sistema se está transformando en sí mismo hacia la muerte o en la transmutación a nuevas vidas dependiendo de la concepción del mundo con que se comprende e fenómeno. Lo más significativo en relación con el tema que se esta trabajando en este texto, es que en este momento la familia transfiere a las nuevas generaciones su identidad, intercambiando información, sentimientos, experiencias, relaciones, tradiciones y especialmente impulsando a las nuevas generaciones a actuar y asumir en forma activa los roles y papeles que se entregan como legado.

Es significativo, que el género femenino tiene mayor longevidad que el masculino y como respuesta a patrones culturales  aprendidos durante la vida, las mujeres despliegan mayor actividad y conforman redes sociales más amplias que los varones en este periodo de la vida. Se presentan conflictos en las relaciones de género debido al regreso del hombre al hogar en el que se siente desubicado y con pocas oportunidades de realización, lo que puede generare mayores rasgos de muerte y enfermedad.

Por último a manera de resumen es importante señalar que para entender el papel del género en la familia en necesario detenerse en la concepción de autoridad y de los papeles de hombre- mujer que esperan en una cultura dada.
Tradicionalmente en nuestro medio la autoridad ha sido reconocida como privilegio masculino fomentado por la mujer en su calidad de madre, esposa, hija o hermana.

No obstante la evolución así como el lugar alcanzado por la mujer en su lucha por la igualdad permite afirmar que el sexo femenino ha ganado autonomía en la toma de decisiones y generado nuevos espacios importantes de interacción social por lo cual es necesario reconocer que en la expectativas de la sociedad actual en contradicción con la historia se les está permitiendo asumir roles más igualitarios y participativos no solo en relación con el contexto laboral a partir de la década del 50.

Reciprocidad en los roles significa orientación compartida de valores culturales, aceptación de metas y motivaciones nuevas que superen los mandatos tradicionales: Mujer = madre, hogar, crianza, sentimiento. Hombre = aporte económico, productividad, racionalidad y se validen de los roles que tienen que ver con toma de decisiones constantes, poder y autoridad recíprocas, así como con procesos permanentes de adaptación y cambio.

Finalmente y con el propósito de resaltar contenidos importantes que vale la pena continuar investigando subrayo la valiosa contribución que los planteamientos y teorías del destacado Biólogo Humberto Maturana aportan a la comprensión de este fenómeno. Sus conceptos de cultura, ser vivo, emoción, y lenguaje son fundamentales en una nueva mirada del concepto de género.

En general es importante anotar que el enfoque sistemático es un buen punto de partida hacia la construcción de paradigmas nuevos, que responden a realidades distintas de un mismo fenómeno como lo exige el hoy enfrentado a procesos de modernidad y posmodernidad.

Por su parte la investigación sobre el ciclo vital familiar es una temática enriquecedora que si bien es necesario continuar trabajando, especialmente para estructuras y topologías distintas de la familia nuclear (familia monoparentales, reconstruidas, extensas) es una buena herramienta para organizar preguntas y darse respuestas sobre las dinámicas particulares  de las relaciones de género en la convivencia cotidiana.

El estudio y descripción de algunos fenómenos permite entender como de acuerdo a la etapa del ciclo vital se generan dinámicas particulares en la interacción de los géneros, potencializando o minimizando por un momento las contradicciones, Amplia la mirada sobre como las relaciones, la posición de los distintos miembros en el sistema familiar y el sexo responden por procesos particulares y distintos según expectativas de cumplimiento del rol.

Ilustra como cercanía –distancia, aceptación- rechazo, dependencia- independencia, amalgamado- desligado, son dos caras de la misma moneda aunque aparecen como respuestas diferentes y antagónicas. Responden al nivel de conductas recíprocas  ubicadas en los extremos opuestos y cumplen un papel en el mantenimiento de la situación.

Al hablar de reciprocidad de roles valida el fluir consensual y colectivo quitando barreras a los conceptos de jerarquía y autoridad manejados tradicionalmente. De esta manera como factores importantes en la construcción de una nueva sociedad.

Para resumir las conclusiones nada más significativo que recoger la siguiente afirmación:

RECONOZCAMOS LA DIFERENCIA

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 Zuleta, Estanislao, Sobre la idealización en la vida personal y colectiva. Bogota: Procultura S.A. 1985.


[1] Maturana, Humberto. Amor y Juego. Fundamentos olvidados de los Humano. Chile: Instituto de terapia Cognoscitiva, 1993. p. 13
[2] Zuleta, Estanislao, Sobre la Idealización en la Vida Personal y Colectiva. Bogotá: Procultura S. A. 1985. p.119.
[3] Maturana, Op. Cit. p. 23
[4] Zuleta, Estanislao, Sobre la idealización en la vida personal y colectiva. Bogota: Procultura S.A. 1985. p. 119
[5] Heller, Agnes. Historias y Vida Cotidiana: México: Editorial Grijalbo, 1970. p. 39
[6] Maturana, Op. Cit. p. 24
[7] Ackerman, Nathan. Diagnostico y Tratamiento de las Relaciones Familiares. Buenos Aires. Editorial Paidos. 7ª edición. 1982. p. 38.
[8] Falicov, Celia. Karree Betty. Cultura Variations in tha Family Cicle. Editorial Zardiner Press. Cap. 3 pg. 383.
[9] Walters, Marianne y otras. La Red Invisible. Buenos Aires. Editorial Paidos. 1991. p. 31.
[10] Walter, Op. Cit. p.283
[11] Caballero, Nora. El Ciclo Vital Familiar. Informe Final de Investigación. Convenio Colciencias, Univalle, 1992. p. 81.
[12] Laqueur, Thomas W. Los Hechos de la Paternidad. México. Revista Debate Feminista, año 3, Volumen 6, septiembre 1992. p. 119.